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Regreso a la normalidad en niños y adultos

regreso a la normalidad
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Ahora que, en teoría, el regreso a clases es oficial a finales de agosto no nos queda mas que preguntarnos si alguna vez tendremos una normalidad constante y llena de tranquilidad.

Al parecer, una vez más tendremos que adaptarnos a cambios drásticos en rutinas y dinámicas familiares que parecían estar casi decididas y ahora con el regreso híbrido a las clases, tendremos que volver a adaptarnos.

Los niños, puede ser que los más afectados en todo esto por aquello de la falta de convivencia con sus pares, son los más adaptables y los que más disfrutarán de ver a sus nuevos compañeros, de salir al recreo y de vivir en una época en la que el cubrebocas, la distancia, el no compartir lunch y el gel anti bacterial forman parte de su existencia.

Los adultos, por otro lado, habrán de modificar rutinas para adaptarse a lo híbrido de la situación y estar muy pendientes de cuándo toca llevar a la bendición a la escuela y cuando toca estar en casa.

La realidad es que esto pareciera no tener fin y más ahora que todo se vuelve a nublar y a verse cada vez más lejano el poder tener una vida normal y sin angustias ni preocupaciones.

Sin embargo, la ilusión y la expectativa de que a finales de este mes puede ser un regreso a una semi normalidad y a una semi convivencia es un aliciente para que todos pongamos de nuestra parte y salgamos victoriosos.

Niños y adultos debemos ser conscientes de la situación, aprender de los niños a adaptarnos y ser adultos responsables e inculcar en nuestros niños la protección, sin pánico, sin temores mal infundados, pero sí con la consciencia de la importancia de protegernos en lo individual y como sociedad, es decir, todos para uno y uno para todos.

Aprendamos entonces que todo cambia, todo evoluciona y a todo nos adaptamos.

Es necesario que estemos tranquilos y en paz con nuestras acciones, que pensemos en todos antes de pensar en nuestro beneficio y paz individual.

Esto no quiere decir por supuesto que no hagamos nada porque entonces afecto al de al lado, pero sí que tomemos en cuenta que una salida imprudente, que un descuido no solo puede afectar a nuestra familia o a nosotros en lo particular, sino a todo un núcleo social que nos rodea.

Seamos empáticos, amables, condescendientes y entendamos que es importante la convivencia sana, la distancia cercana con nuestros seres queridos, amigos y familiares. Y que, si bien podemos hacerlo, evitemos ser imprudentes y egocéntricos para que esto, por fin, se detenga y le ganemos la batalla al bichito.

Si deciden que sus criaturas vayan a la escuela, adelante y si deciden que no, también adelante.

Todo es válido. Lo único que no es válido es juzgar ni criticar a los demás por lo que decidan hacer, es decir, cada uno sus macetas como dicen por ahí.

Y por favor, si eres una persona que hace vida normal y que el bichito no te hace ser ni tantito prudente, entonces no convivas con más gente para evitar contagios ni propagaciones.

Dicho esto, entonces estaremos regresando a una normalidad (mal llamada así, por cierto) a finales de mes y solo nos queda esperar, analizar, pensar y tomar la mejor decisión que se adapte a nosotros y a nuestra dinámica de vida.

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